Dilo como yo

domingo, 13 de septiembre de 2009

Helipuerto...

Confieso que he quedado facinado de este artículo que leí en el Blog de una queridísima amiga.

El helicóptero blanco con azul descendía lentamente por el malecón. El sol infernal, la nubosidad y el mismísimo viento hacían que fuera demasiado notorio.
Los niños, curiosos insaciables, pidieron que me detuviera para verlo “aterrizar”. Madre al fin, los complací. Minutos después, se fijaban en la hélice, en el color, en el número y en el señor uniformado que abajo lo recibía. Al mismo tiempo, yo me preguntaba ¿Qué limitado grupo le está dando uso a esto?
Hice mi lista mental rápida: El Jefe de la Policía, el Presidente de la República, El Honorable Aristy Castro, El Canciller Morales… No, el Canciller aterriza en el Hotel Santo Domingo, oportunamente, frente a la Cancillería.
En fin, que la lista fue bastante corta. Más aún porque Quirino no está, Florián murió y Ramoncito está en Najayo. (Aunque conociendo nuestro país, quizás haya vuelos directos Malecón-San Cristóbal…)
En fin que justo ahí se abrió la puertecilla del aparato para dejar salir al pasajero: un señor de unos 60 años sumamente atractivo e impecable que agacha su cabeza y corre al mismo tiempo para acercarse rápidamente a su chofer. Le entrega algo como varios envases desechables de esos que se usan para llevar sancocho a domicilio y raudo y veloz abordó su Land Cruiser negra. Yo estaba demasiado concentrada en el señor cuando Cesarín notó que quedaba alguien más dentro del aparato y entonces preguntó ¿Y no va a bajar esa muchacha?.
Diez minutos después (lo siento, me quede a esperar porque algo no me cuadraba…) una joven de unos 25 años, pelo negro lacio, esbelta y llena de gracia, bajo rauda y veloz para abordar un taxi que había llamado desde el helicóptero.
Recién ahí recordé y entendí aquellas quejas y movilizaciones por parte de ecologistas, intelectuales y pobladores cercanos, en contra de utilizar áreas y fondos públicos para satisfacer caprichos y necesidades privadas. No querían el Helipuerto, no lo entendían, no lo veían necesario.
Cesarín vuelve a sacarme de mi abstracción: ¿Y por qué ella no se fué con su Papá? (¡Ah la inocencia!) Quizás porque él iba a llevarle la comida a la Mamá y ella iba a hacer otra diligencia, contesté yo.
Tomado del Blog de Vielka Guzmán

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